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El negocio de los autógrafos de famosos

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Antes de la era Instagram, el mayor sueño de cualquier fan era conseguir un autógrafo de su artista favorito. Cantantes, actores, pero también políticos, estrellas del béisbol o el fútbol o cualquier persona famosa que pudiera estamparnos en su memorabilia o en un trozo de papel la prueba irrefutable de que le habíamos conocido.
Algunos aseguran (y con bastante razón) que si te cruzas con alguien a quien admiras sería mucho mejor saludarle o intentar hablar con él más que pedirle a la salida de un restaurante si se puede hacer un selfie contigo. Pero muchos buscan algo físico y tangible que llevarse a casa como recuerdo del momento. Los autógrafos son algo corriente y hay quien lo lleva mucho mejor que otros. Tom Cruise y Johnny Depp son máquinas de promoción que en cada estreno son capaces de pasarse horas haciéndose fotos, hablando, besando y bromeando con los fans, mientras que Tobey Maguire o Steve Carell se niegan en rotundo a hacerlo. Bill Murray es tan imprevisible que puede acabar en tu casa montando una fiesta y lavando los platos o ayudándote a grabar un cortometraje. David Prowse cobra veinte dólares por su firma, Bruce Willis puede llegar a atacarte con una botella rota, Jack Nicholson ha dejado de hacerlo en los partidos de los Lakers porque en alguna ocasión ha llegado a tirarse todo el encuentro haciéndolo, y Ringo Starr, el célebre Beatle que respondía a Marge Simpson veinte treinta años después, subió un vídeo a Youtube asegurando que iba a tirar a la basura todo lo que los fans le enviaran. Robert Downey Jr ha explicado a los fans que no soporta que vayan a la mesa de su restaurante cuando está comiendo, pero que a la salida hará todo lo que quieran. Las novias de Al Pacino han aprendido a no ir al baño cuando salen por ahí porque al volver siempre se encuentran con alguien que ha ocupado su sitio. En los ochenta, Steve Martin se negaba a firmar y repartía tarjetas de visita con el texto “esta tarjeta certifica que has tenido un encuentro personal conmigo y que me has encontrado cercano, amable, inteligente y divertido”.
Uno de los casos más comentados ha sido el de Mark Hamill, conocido por interpretar a Luke Skywalker y que al parecer en la premiere de The Force Awakens, no firmó nada a ninguno de sus fans, algo muy extraño cuando incluso Harrison Ford, conocido por padecer ansiedad frente a multitudes, se apuntó a la moda de los selfies. Cuando más tarde en Twitter le preguntaron por qué no podía pararse un poco para contentar a sus admiradores, su respuesta no pudo ser más clara.

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A pesar de que la carrera de Hamill nunca ha sido espectacular, el actor encontró en la televisión el hueco que no pudo hacerse en el cine. Es uno de los mejores actores de doblaje y célebre sobre todo por poner la voz al Joker del universo DC en películas, series y videojuegos. Y aunque era la persona que más harta podría haber acabado se Star Wars, no se le conoce ningún altercado con fans y siempre ha estado dispuesto a acercarse a ellos. Visita hospitales infantiles a repartir juguetes, felicita a sus admiradores por su cumpleaños por Twitter y sus autógrafos son de sobra conocidos por aportar siempre chistes y bromas macabras a la hora de firmar como el Joker. Es el sueño de cualquier fanboy.
Pero todos sabemos que Prowse, que interpretó a Darth Vader, y otros muchos actores de series de televisión y cine se ganan la vida con convenciones de fans y cobrando por autógrafos. William Shatner y el fallecido Leonard Nimoy fueron quienes iniciaron el boom de los encuentros con el público como una forma de mantener Star Trek a flote cuando fue cancelada, y desde entonces, ambos fueron habituales en las mesas de firmas (Actualmente, Shatner sólo firma ejemplares de sus libros, y uno por persona para asegurarse las ventas). También lo han sido Kevin Sorbo, Lucy Lawless, los protagonistas de Expediente X, el elenco al completo de Sobrenatural o cantantes como Justin Bieber o Taylor Swift. La mayoría suelen cobrar alrededor de veinte euros por una firma o tal vez algo más por una foto, y muchos se preguntan si no se les está yendo la cabeza a estos famosos endiosados que cobran a sus fans por todo.

Pero en algunas ocasiones tiene sentido. En las convenciones, sobre todo para aquellos actores televisivos con menos fama y trabajo estable, los precios son los que les mantienen, porque muchas veces la organización de los eventos no les paga por ir. Del dinero de los fans tienen que pagarse el hotel, el desplazamiento e intentar sacar algo. Es un negocio más, porque ellos no van a pasar el rato.
Los fans quieren acercarse tanto a sus actores que permite a muchos aprovecharse de ello. Un caso muy claro es el de las convenciones centradas en la serie Sobrenatural, que algunos han llegado a calificar de “tristes”. En contraste con el buen rollito que destilan siempre los actores principales, dados a conversar con el público o abrazar a sus fans, se une el ansia de los organizadores en que todo lo que realicen sea a cambio de dinero. ¿Cuánto cuesta una foto con Jensen Ackles? Ochenta dólares. ¿Con Stan Lee? Sesenta. ¿Y con Justin Bieber? Dos mil. Los fans, que han aprendido todo sobre los ídolos, conocen incluso los nombres de las novias, esposas, hijos y vecinos, y mientras pagan quinientos cincuenta dólares por un asiento en una sala de conferencias, luego pueden sumarse a un desayuno en grupo en el que los hermanos Winchester llegan, están veinte minutos saludándoles a todos y se marchan. Más sangrante fue Avril Lavigne, que por sólo cuatrocientos dólares permitía a los fans hacerse una foto con ella con unas reglas tan estrictas que incluían la prohibición de acercarse y que dieron origen a todo tipo de bromas y memes.

Pero pensemos en el vídeo que vemos más arriba que muestra a Stallone llegando a un aeropuerto y pasando olímpicamente de los fans que le esperan en la puerta de embarque, y nos preguntamos qué le costaría hacerlo aunque sólo fuera para quitárselos de encima. La respuesta no es que cobre trescientos dólares por ello y casi quinientos por una foto (que lo hizo en la Comic Con de Nueva York en 2013), es simplemente que ellos no son fans ¿Quién va a un aeropuerto con un póster de un actor?. Son expertos cazadores de autógrafos cuyo trabajo consiste en abordarles con imágenes de gran tamaño y un rotulador. Si Stallone les firmara, esos autógrafos estarían después en Ebay, donde alcanzan un previo de ochocientos dólares. En este caso, el elevado precio de los encuentros con Stallone es una medida de seguridad para impedir este mercado negro de firmas, puesto que se comería casi por completo el beneficio de los “tratantes”. Esa es la razón que Mark Hamill dio sobre su comportamiento en la premiere, asegurando que nunca ha tenido ningún problema con los fans, sino que le gustaría saber si la persona a quien le está firmando algo realmente lo quiere o está pensando en venderlo. Y durante dos días, el actor de Star Wars ha estado explicando las formas que tienen estos dealers de conseguir autógrafos reales llegando incluso a borrar las dedicatorias personalizadas con quitaesmalte de uñas, o directamente, creando toda una colección de firmas falsas que luego venden por trescientos dólares. El deseo de tener algo perteneciente a un famoso lleva a muchos a ser estafados con gente con ganas de dinero fácil. Y aun así se quedan muy por debajo de los precios de algunas firmas, como los tres millones de dólares que se pagan por una auténtica de Abraham Lincoln, o los cuatro de Neil Armstrong (razón por la que el primer ser humano en pisar la Luna se negó a finales de los ochenta a firmar más, consiguiendo solamente aumentar su cotización). Las siete rúbricas de William Shakespeare pueden alcanzar los cinco millones, y si apareciera alguna nueva, su precio sería incalculable. O al menos, muchísimo más de los quinientos treinta mil dólares por el que empezaba la subasta del disco que John Lennon firmó a Mark David Chapman horas antes de que éste lo asesinara a las puertas de su casa.

¿Valen tanto los autógrafos de los famosos? Eso ya es decisión de cada uno o cómo valore a la persona en sí. Y nos recuerda una de las múltiples anéctodas de Pablo Picasso, a quien siempre le pedían que dibujara algo en las servilletas de los restaurantes, algo a lo que el accedía.  Pero cuando la dueña de un local le preguntó si además podría firmárselo, él constetó:
-Señora, mi intención es pagar por la comida, no comprar el restaurante.

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John Lennonjohnny-depp-movies-2341-hd-wallpapers

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Justin Bieberrambo09

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Tom Hanksu6oc0iec3nqzbyfqfzeb

Mark Hamill

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Cate Blanchett

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Tom Cruise

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Emma Thompson

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La tarjeta que Steve Martin daba a sus fans…jonah-hill

…Y la de Jonah Hill, que dice “Acabo de conocer a Jonah Hill. Fue una total decepción”



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